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Desde los orígenes, la humanidad ha buscado la forma de enviar información a lugares separados por grandes distancias, más rápido que usando un caballo.
Originariamente fueron los indios con el sonido del tambor o sus señales de humo (que fueron popularizadas por las 'pelís' del oeste, ¡si! Esas en que la chica siempre se despertaba ya maquillada), las cuales, gracias a una hoguera que hacían (normalmente usaban ramas de roble, pero cuando los mensajes eran 'URGENTES' usaban el pino que arde más 'RÁPIDO'). Pero las fogatas tenían un problema y era cuando llovía, pues se mojaban y se apagaban.
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Buscaron otro tipo de señal luminosa y usaron espejos. Con estos encontraron otro problema y era que no eran útiles en días nublados. Alguien tuvo una genial idea: ¿por qué no usar cerillas? No pudo ser. No se habían inventado.
Entonces siguieron pensando, y pensando, como evitar que se apagaran las fogatas que usaban para hacer las señales de humo. Como solucionar tan peliagudo problema. De chiripa a uno se le ocurrió una solución: ¡Ya está, y si ponemos una techumbre!. Así lo hicieron y este es el origen científico del 'Telégrafo Óptico'.
Se pusieron a construir los techos que necesitaban, pero ..., llegó la electricidad y 'sanseacabó'.
Siempre ha existido la necesidad de intercambiar información entre lugares separados por gran distancia. Se usaron diversos procedimientos para transmitir la información a velocidad bastante mayor que la requerida por un mensajero a caballo (por razón obvia el caballo solo no valía). Se usó el sonido del tambor, las señales de humo, los espejos, ...
Lo común de estos procedimientos era que, para salvar grandes distancias era necesario el uso de varios puestos (con una o más personas), colocados en cadena. Cada puesto recogía el mensaje que provenía del anterior y sé lo retransmitía al siguiente.
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En la evolución de la humanidad y, después de los tambores, las hogueras, los espejos y antes del advenimiento de la electricidad, se desarrolló el telégrafo óptico. Pero la vida de la telegrafía óptica fue muy efímera, pues la introducción de la telegrafía eléctrica motivó su finalización, cuando no se habían concluido muchas torres, torres que todavía pueden contemplarse en muchos lugares.
Como he indicado, desde el nacimiento de la humanidad se han buscado medios para poder transmitir información a grandes distancias, y estos se pueden dividir en dos grupos>: acústicos (tambores, trompetas, campanas, silbidos, ...) y visuales (hogueras, banderas, espejos, ...) En función de las condiciones geográficas y ambientales (llanuras, montañas, ...) se imponía uno de ellos, aunque algunos usaron ambos sistemas: acústico y visual.
¿Qué es un telégrafo óptico?-
Un telégrafo óptico es un elemento montado el la parte superior de una torre, y diseñado para ser visto a gran distancia configurando diversas señales por medio de un mecanismo operado por una o varias personas. Colocando varias torres en cadena podía hacerse que cada torre repitiese el mensaje de la anterior, propagándose así y recorriendo grandes distancias en un tiempo muy inferior al que requería un mensajero a caballo.
En cada torre un mecanismo era el encargado de producir las señales, mecanismo del que se desarrollaron varios modelos. También se produjeron varios códigos para enviar los mensajes, desde uno alfabético, rápidamente desechado por su lentitud a otros, recogidos en 'diccionarios' que permitían cifrar un número finito de expresiones. El más aceptado de estos últimos fue el que se componía de 92 páginas con 92 expresiones por página (92 x 92 = 8464 expresiones) y, para transmitir una expresión se empleaban solo dos signos: uno indicaba la página y otro la posición.
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En España.-
En España, salvo en lugares de características muy especiales, como por ejemplo en la isla de La Gomera donde se conserva un lenguaje especial a base de silbidos, el procedimiento más usado ha sido el uso de fogatas y humos (ahumadas).
Así, ya los Reyes de Castilla se servían de ahumadas para enviar noticias importantes, pero en cualquier caso no se puede decir que este envío de señales fuese el telégrafo, pues las señales indicaban hechos muy simples y concretas, convenidas previamente (la llegada del enemigo, una victoria, una derrota, ...) El aviso de que algo estaba ocurriendo podía circular deprisa, pero los detalles llegarían después, más despacio, vía correo.
Aunque hubo diferentes experimentos desde 1799, la red de telegrafía óptica nace en España a partir de 1846, y el 22 de abril de 1855 se emite una Ley por la que se crea el cuerpo de funcionarios encargados del servicio de telegrafía.
Se construyeron tres líneas: la de Castilla (entre Madrid e Irún), la de Andalucía (Madrid-Cádiz) y la de Cataluña (Madrid-La Junquera), siendo la primera en entrar en funcionamiento la de Castilla, que lo hizo el día 2 de octubre de 1846.
Curiosamente, aunque las torres estaban totalmente definidas y se incluían las torres de las iglesias, en la práctica estas se descartaban pues el sonido de las campanas desajustaba los aparatos ópticos.
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Desaparición.-
Desgraciadamente, esta tecnología nació muerta. Apenas 10 años después ya estaba en funcionamiento la telegrafía eléctrica (por medio de cables que transmitían pulsaciones del sistema morse), mucho más rápida y fiable, ya que podía funcionar incluso de noche o con mal tiempo.
Las líneas de telégrafo óptico se fueron abandonando y dejaron de funcionar rápidamente. Hoy en día apenas quedan unas pocas torres en pie por España (algunas restauradas otras en ruinas) que recuerdan la existencia de este primitivo sistema de comunicación que fue en su día la manera más rápida de transmitir un mensaje.
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En el siguiente vídeo se habla del desarrollo de la telegrafía óptica en España,
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