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Vamos caminando por una senda principal y, vemos como a ambos lados aparecen lo que denominamos 'atajos' y, y como 'atajos' los denominamos bien ya que permiten llegar a un destino de una forma más rápida o más cómoda. Surgen principalmente cuando los caminos 'oficiales' tienen una ruta menos práctica.
Estos 'atajos' los crea la erosión debida al paso de seres humanos o animales y, su ancho es factor que determina la demanda del mismo, al tiempo que es una especie de evidencia estadística del grado de acogida social que tienen.
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Muchas calles de las ciudades antiguas empezaron de esta forma y evolucionaron hasta convertirse en las calles que son hoy en día. Se edificaron casas a lo largo de su itinerario y se asfaltaron convirtiéndolas en las calles actuales.
Pues esos trazos tan frecuentes en el paisaje cotidiano reciben el deleitoso nombre de 'Caminos o Líneas del Deseo'.
El término 'Caminos del Deseo' se atribuye al filosofo y poeta francés Gaston Bachelard que lo utilizó en su libro 'La Poétique de l'Espace', en el año 1958.
Pero, ¿cómo se crean los 'Caminos de Deseo'? La evidencia sugiere que se originan por individuos pioneros, o quizás grupos muy pequeños de personas, que son los primeros en iniciarlos. Tras ellos, vienen los demás, pero tiene que haber un grupo significativo de personas que se sume con el mismo comportamiento para dejar una huella colectiva. Lo singular de esto es que no hay una acción colectiva deliberada, ni un esfuerzo organizado con una autoridad que lo lidere, de tal forma que podamos decir que se trata de una “acción organizada”.
Ni siquiera los individuos que abren el camino se ven a sí mismos como 'pioneros' con la intención de dejar después una impronta colectiva. Lo hacen para satisfacer su propia necesidad o deseo. Es el resultado de elecciones individuales que después se suman para crear algo significativo. Nadie lo diseña. Es un fenómeno espontáneo que responde a una dinámica emergente.
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Paseando por el campo quien no ha visto como del camino principal sale un sendero cuya misión esencial es la de servir de atajo o en los parques, esas veredas desbrozadas de hierba, que, con la misma misión, dejan la ruta establecida en busca de la distancia más corta entre dos puntos.
Y en las ciudades, en que la gente que cruza las calles por sitios no establecidos ya que, el hacerlo por los indicados conlleva un mayor tiempo y esfuerzo.
Quien se sienta cómodo con la sorpresa y la espontaneidad, verá esta acción con simpatía. Quien aprecie más el orden y el cumplimiento de las normas, le producirá irritación.
En resumen, representan el camino más corto o de más fácil acceso entre un origen y un destino, caminos de tierra que atajan curvas absurdas, o que forman un recorrido mucho más cómodo que el camino marcado.
Pues todos ellos tienen un nombre que es el de Caminos del Deseo (también llamados 'Caminos Sociales' o 'Caminos de Elefante') y, denotan que el sentido común a veces pesa más que la obediencia.
El ancho de cualquiera de estos caminos indica la acogida social que se les dispensa.
En 1967, el artista Richard Long, con entonces de 22 años y aún estudiante en la Saint Martin's School of Art de Londres, caminó hacia adelante y hacia atrás a lo largo de una línea recta sobre la hierba de la campiña inglesa, dejando una pista que luego fotografíó en blanco y negro. La denominó 'A Line Made by Walking'.
Esto lo siguió repitiendo en distintos sitios de la geografía mundial, dejando la marca de sus pasos en líneas y círculos formalmente precisos como testigos, físicos y gráficos, de sus obras hechas caminando.
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Aplicación al urbanismo.-
Hemos visto que las 'lineas del deseo' nacen por la 'cabezonería' humana de encontrar la forma más cómoda o rápida para llegar a un punto.
Aunque el fin práctico suele ser el mayoritario, para unir dos puntos por la trayectoria más corta, también existen razones más complejas porque es habitual ver caminos que no parecen necesarios. Los motivos pueden ser muy diversos, desde que los peatones encuentran ahí una superficie más suave para correr, hasta la posibilidad de llegar a un sitio donde hay un bonito paisaje o donde se escapan del mundanal bullicio.
Muchas calles de las ciudades antiguas empezaron como 'Caminos del Deseo' y evolucionaron con las décadas y el paso continuo en las calles modernas de hoy día.
Es probable que calles que tomas a diario en centros históricos deban su forma a rutas que antes eran 'Caminos del Deseo'. La urbanización (construcción de casas, ensanche y asfaltado de los caminos, etc.) hizo el resto.
Muchas veces, al dirigirse a un punto usando una nueva vía nos hemos preguntado: "¿Pero quién narices ha diseñado esto?". Pero una semana después, ves con alegria como un surge estrecho sendero y se dirige al mismo sitio que tú, pero acortando tremendamente la distancia. Lo usas. Pasa el tiempo y el sendero se ensancha, lo que señala que, aparte de tí más gente lo esta usando. Finalmente el típico cartel puesto por la oficialidad: 'prohibido el paso'. Pero a pesar de lo avisado la senda sigue ensanchándose señal de que sigue siendo usada.
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Ante este fenómeno, como se actua oficialmente contra estas sendas creadas por la naturaleza rebelde del animal racional o, la exposición de la propia vida cruzando por sitios no permitidos:
- No hacer nada y dejar que las líneas del deseo permanezcan en el tiempo o bien, dejar que algunos individuos pongan en riesgo su vida apelando a la responsabilidad personal. Pero no hacer nada sería un mal juego por parte de los entes públicos
- Penalizar a los ciudadanos por esta conducta incívica, es decir, tirar de libreta y multar a los incivicos.
- Una actuación más inteligente, dado que un elevado número de personas 'incivicas' toman tal camino, convertirlas en personas 'cívicas' adaptando el diseño de la calle a tal comportamiento 'bárbaro.
Esto, por ejemplo, es lo que se está implementado en los paises nórdicos.
Por ejemplo, en Copenhague, ciudad en que el uso de la bicicleta está muy extendido, en una de sus calles, una cantidad importante de ciclistas optaba por girar a la derecha e invadir la zona de la acera de peatones para poder acceder a las calles paralelas y evitar la gran aglomeración de ciclistas en horas punta.
Observando el comportamiento de los ciclistas, se dieron cuenta de que esta maniobra estaba motivada por el sentido común. Para adaptarse a este comportamiento se pintó un carril bici temporal para seguir estudiando su uso. Finalmente, poco tiempo después, al ver el éxito que estaba teniendo, se convirtió en un carril bici permanente.
Por lo tanto, Copenhague ha estudiado y utilizado las líneas de deseo con el objetivo de mejorar el diseño de su ciudad.
En un artículo del The New Yorker se indica cómo las autoridades del Central Park de la ciudad de Nueva York resolvieron esto:
“Formalizar a ciegas los caprichos de la multitud puede tener sus propios inconvenientes. Hasta los años ochenta, por ejemplo, era una práctica común pavimentar las líneas de deseo en Central Park. Pero, en áreas de alto uso, esto puede llevar a una acumulación maníaca de concreto. Si muchos senderos se ‘legitiman’ con pavimento, el paisaje del Parque se vuelve abrumado de asfalto. Por eso, las autoridades del parque decidieron pavimentar algunos caminos, pero bloquear otros, adoptando una estrategia contingente según cada caso”.
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Una conocida urbanista y autora cuenta lo siguiente de su infancia:
"Estaba en una escuela en Connecticut donde los arquitectos observaron los senderos que los niños hicieron en la nieve durante todo el invierno, y luego, cuando llegó la primavera, hicieron esos caminos de grava en el césped".
Esa es la idea: esperar a que sean los propios usuarios los que elijan los mejores caminos. Por eso, en algunos casos, los planificadores más atrevidos dejan deliberadamente el espacio sin pavimentar, total o parcialmente, esperando a ver qué caminos de deseo se crean, para luego pavimentarlos.
También se afirma que muchos planificadores urbanos aprovechan las nevadas para ir a visitar los caminos trazados por los viandantes en parques y zonas públicas. El manto de nieve oculta los caminos y el humano suele decantarse por la ruta más directa y práctica en lugar de la existente que normalmente promueve una ruta más circular orientada a caminar por placer. Esta información se analiza para tenerla en cuenta en caso de tener que intervenir en ese espacio público en el futuro.
Según el antropólogo Mikael Coalville-Andersen:
“... la correcta utilización de las líneas o caminos del deseo es un recordatorio de que, para diseñar ciudades humanas, no hay nada mejor que observar a las personas de la misma forma que un naturalista observa a los animales ...”
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